La fluorización del agua potable en Norteamérica supuso, en los años 40, la primera medicación masiva y sistemática de toda una nación inconsciente. Esto se traduciría en una paulatina intoxicación con compuestos químicos fluorados del cuerpo y la mente de prácticamente la totalidad de los ciudadanos del país. Mas adelante y hasta nuestros días, ya en Europa, América del sur, África y Asia, la fluorización se extendería, convertida en un temerario negocio, a lo largo del mundo entero, fluorizando las aguas potables de miles de ciudades (y por tanto casi la totalidad de las bebidas y los alimentos procesados), la sal, el te, los enjuagues bucales, las pastas dentífricas y ciertos medicamentos, entre otros.
En gran parte de Europa y Norteamérica se trabajaba desde principios de siglo con ingentes cantidades de fluoruros para el tratamiento de diversos metales como el acero y el aluminio, así como en la creación de cerámicas, en el tratamiento del vidrio, en el procesado de fertilizantes, etc.
El flúor, un gas tremendamente toxico, reactivo y radiactivo, era expulsado de manera masiva desde cientos de fabricas en estados unidos y Europa.Tanto los trabajadores como la flora y la fauna expuesta a los vertidos sufrirían daños serios y hasta en numerosos casos, la muerte. Una oleada de jucicios y sus consiguientes indemnizaciones darian un duro golpe de miles de dolorares a las industrias afectadas.
En poco tiempo, las corporaciones conseguirían lavar la imagen del flúor, convirtiendo a una sustancia mas venenosa que el plomo en una panacea para la higiene dental y el tratamiento de enfermedades mentales.
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